(En conmemoración de los 117 años de la caída en combate de Antonio Maceo y Grajales un 7 de diciembre de 1896, compartimos con nuestros lectores un texto realizado por la revista Bohemia sobre este acontecimiento.)
El combate de San Pedro*/BOHEMIA
La muerte de Antonio Maceo, es
una de las acciones de guerra más estudiada y discutida de la
historia de Cuba.
Si bien es cierto que, de modo
imperdonable, el campamento del mayor general fue sorprendido
por la guerrilla de Peral -vanguardia de una columna española
al mando del comandante Cirujeda-, quien llegó a neutralizar
las avanzadas cubanas, el coronel Juan Delgado y
Alberto Rodríguez, al mando de cerca de 40 soldados, los
detuvieron e hicieron volver en busca del amparo de la
infantería.
La
irrupción del enemigo en pleno campamento mambí encolerizó a
Maceo, quien despertó al escuchar el estampido del fuego de
los fusileros, y, según la carta que envió el Dr. Zertucha
al mayor general Máximo Gómez, el 12 de
septiembre de 1899: "... Ensilló él mismo su caballo, tarea
que nunca confió a nadie, y ordenó que buscasen a un corneta
que llamara a las fuerzas cubanas a concentrarse para el
contraataque. Pero el corneta no apareció".
Los jefes y oficiales pasaron
de la defensa del campamento a la contraofensiva, acompañados
por otros combatientes. El Lugarteniente General tomó el mando
con la rapidez y energía que le caracterizó siempre. Por ello,
con celeridad los peninsulares sufrían 28 bajas. En su
retirada se defendieron tras una cerca de piedra que
serpenteaba el límite oeste del campamento y que zigzagueaba
el callejón que conducía desde Corralillo a Punta Brava. Desde
allí hacían un nutrido fuego sobre las fuerzas mambisas que
habían reforzado la línea de fuego y el Mayor General quiso
desalojar al enemigo y obligarlos a salir hacia un potrero
cercano. Esta acción fracasó y los cubanos fueron
inmovilizados. Se creó entonces una situación táctica muy
grave para los mambises con un armamento que no les permitía
entablar un combate de posiciones.
Maceo tuvo la alternativa de la
retirada, pero se empeñó en derrotar al enemigo.
Magnífico en su caballo,
machete en alto, galopó hacia el lugar que podía decidir el
combate para las armas cubanas, y para ello volvió por el
camino antes andado, cruzó un portillo de piedra que permitía
el paso a un cuartón pequeño, que terminaba por el norte en
una cerca de alambres que le impedía atravesar un palmar y un
manigual, para llegar a la cerca de piedras, donde se habían
hecho fuertes las atemorizadas tropas enemigas.
Esperaba el general Maceo que
fuera derribado el obstáculo que representaba la cerca de
alambre, expuesto al nutrido fuego de línea proveniente de la
cerca de piedras, situada a unos 80 metros más o menos, cuando
dijo al brigadier Miró: "Esto va bien".
El testimonio del doctor
Zertucha, citado anteriormente, explica:
"Apenas hubo acabado de decir
el General Maceo las anteriores palabras, cayó por el lado
izquierdo de su caballo como herido de un rayo lanzando su
machete hacia adelante a considerable distancia. Tras él caí
yo: lo encontré sin conocimiento; un arroyo de sangre negra
salía por una herida que tenía al lado derecho de la mandíbula
inferior, a dos centímetros de la sínfisis mentoniana.
Introduje un dedo en su boca y encontré que estaba fracturada
la mandíbula.
"Su estado general indicaba a
primera vista la gravedad. La algidez, el síncope, el pulso
nulo y la palidez que aumentaba hasta el extremo de estar su
rostro desconocido, me indicaba había sido herido y que la
muerte era cercana. A los dos minutos a lo más tarde de ser
herido, murió en mis brazos y con él cayó para siempre la
bandera."
El mayor general Antonio Maceo
Grajales, lugarteniente general del Ejercito Libertador, jefe
del Contingente Invasor, el cubano humilde que batió las más
selectas tropas y generales del Ejercito colonial, había sido
herido de muerte. El proyectil penetró por el lado derecho de
la cara, rompió la carótida y salió por la parte izquierda del
cuello. Tras desplomarse, lo incorporaron de nuevo sobre su
montura y es alcanzado entonces en el tórax por otro impacto,
bala que también mata al caballo que arrastra a Maceo al
suelo.
Es nutrido el fuego enemigo.
Quienes intentaron ayudarlo resultaron heridos y otros
salieron de la zona desmoronados moralmente. El cuerpo de
Antonio Maceo quedó solo en aquellos matorrales batidos por la
fusilería española.
Panchito, su ayudante, hijo del
Generalísimo Máximo Gómez, que no participó en la acción de
San Pedro por encontrarse herido, al conocer la suerte de su
jefe, partió solo, un brazo en cabestrillo y prácticamente
desarmado, hacia el lugar del hecho. En un gesto supremo de
devoción y lealtad fue a morir junto al General. Resultó
blanco fácil de las balas adversarias. Lo hirieron dos veces y
trató de suicidarse, pero antes quiso dejar una nota a sus
padres y hermanos. No terminó de escribirla. Indefenso, lo
remataron con ensañamiento los guerrilleros a machetazos.
*FUENTE BOHEMIA http://www.bohemia.cu/dossiers/historia/antoniomaceo/caida-combate.htm
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