jueves, 10 de enero de 2013

“El chupi chupi” por Jorge Duany, publicado en "El Nuevo Dia"

“El chupi chupi”
Jorge Duany
Catedrático de Antropología
El Nuevo Día, miércoles 9 de enero de 2013
En el 2011, el reguetonero cubano Osmani García, alias “La Voz”, desató el furor con su éxito musical “El chupi chupi”. El coro repetía incesantemente el estribillo de la canción: “Dame un chupi chupi / que yo lo disfruti / abre la bocuti / y trágatelo tuti / Dame un chupi chupi / dale ponte cuqui / y apaga la luqui / que se formó el balluqui”. Poco hubiera importado que esa letra dejara poco a la imaginación, de no haberse convertido en eje de un debate público sobre los límites del buen gusto.
“El chupi chupi” fue nominado a seis Premios Lucas, entre ellos el “videoclip” cubano más popular, en octubre de 2011. Pero una dura crítica del programa televisivo “Mesa redonda”, donde intervino el entonces ministro de Cultura, Abel Prieto, logró retirar la canción del concurso. Además, los medios de comunicación cubanos redujeron la difusión de la canción “a muy bajo perfil” (lo menos posible).
La controversia mediática sobre el reguetón cubano es de larga data. En febrero de 2005, un reportaje de Juventud Rebelde, portavoz de la Unión de Jóvenes Comunistas, acusó al reguetón de promover “la chabacanería, el lujo, la lujuria, el vicio, el consumo de tóxicos”.
El diario divulgó posteriormente varias columnas de opinión contrarias al reguetón. En enero de 2007, Julio Martínez Molina señaló algunos aspectos problemáticos del género, como la agresividad, la animalización del erotismo, la vulgarización y la degradación de la mujer. Semejantes críticas reaparecen en múltiples foros estatales cubanos.
El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, publicó un extenso artículo sobre el reguetón en noviembre de 2011. Según la musicóloga María Córdova, “los textos de tales canciones… ofenden por la proyección esencialmente machista desde la cual se expresan”.
En septiembre de 2012, miembros prominentes de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, incluyendo a la crítica de arte Graziella Pogolotti, denunciaron nuevamente “la carga machista y sexista” del reguetón. El debate culminó en noviembre pasado con una entrevista en Granma con el presidente del Instituto Cubano de la Música (ICM). Orlando Vistel Columbié advirtió que “el ICM y su sistema de instituciones ha adoptado medidas, que van desde la descalificación profesional de aquellos que violen la ética en sus presentaciones hasta la aplicación de severas sanciones a quienes desde las instituciones, propician o permiten estas prácticas”.
El reguetón –junto al baile del perreo– suscitó una polémica similar en Puerto Rico a mediados de la década de 1990. En febrero de 1995, el Escuadrón de Control del Vicio de la Policía de Puerto Rico confiscó 401 cassettes y discos compactos de música “underground” en seis tiendas de discos de San Juan.
El género se conocía entonces como “underground” porque circulaba clandestinamente mediante grabaciones caseras. Como observa la socióloga puertorriqueña Raquel Z. Rivera en su volumen coeditado, “Reggaeton”, los medios de comunicación masiva desestimaban al “underground” por su lenguaje crudo, vulgar y violento.
En mayo de 2002, el Senado de Puerto Rico celebró unas vistas públicas, presididas por Velda González, en torno al reguetón y el perreo. Varios grupos religiosos repudiaron el contenido “degenerado” e “indecente” de las letras de las canciones y las imágenes de los vídeos musicales. Como resultado, el Senado aprobó cinco medidas legislativas para controlar la obscenidad y la pornografía infantil en la radio y la televisión, particularmente la exposición de los menores de edad a vídeos con alto contenido sexual.
Irónicamente, la campaña gubernamental de pánico moral en Puerto Rico aumentó la popularidad del reguetón. Hoy en día, este es el género preferido por gran parte de la juventud boricua, caribeña y latinoamericana, pese al desdén de muchos intelectuales, religiosos y funcionarios públicos. Quizás ahí haya una moraleja para los detractores de “El chupi chupi”.

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