autor: W.Osiński, O.Barboza
Pues sí, nosotros que apenas terminábamos de alistar
nuestras camas para lograr el descanso, oímos el primer grito que se repetía
continuamente y era el de una de estas aves que rodeaban la casa del los
Guajiros. Después de un corto sueño, de unas 2 horas, nos despertamos y ya
sabíamos que estábamos en el campo cuando las vacas eran arriadas por el
guajiro para el ordeño. Así se levantan los guajiros en Cuba, si señores, con
los gallos cacareando, con el ladrar de
los perros, con el cacarear de los pavos, el mugido de las vacas y tronar de
los cerdos. Afortunadamente, no había ningún zumbido de mosquitos.
Fot. 1. Interior de un bohio cubano |
Aunque el 01 de abril se celebra el día de las bromas en Polonia, ninguno de
nosotros se percato de ello, ya que nos encontrábamos tan fascinados por la
realidad que nos rodeaba que íbamos compenetrándonos solo en las vivencias del
día a día. Hasta que en el verdadero campo cubano nos despertaron sus gallos, que
inician el cantar antes de las 5
AM y nosotros estábamos después de un día bastante ajetreado y una noche con
una experiencia culinaria (desplume de pollos), deportes extremos como el domino en parejas bajo las estrellas
del campo.
Fot. 2. Consiguiendo leche fresca |
Pronto Ewelina pudo practicar lo que el
guajiro le había explicado. Allí mismo tomó en el rancho de ordeño “la vaca por
los cuernos”, amarro las pantorrillas del inmenso animal, se sentó en el banco
y poco a poco fue extrayendo el elixir blanco y espumoso, que luego combinamos
con el buen café cubano, y que disfrutamos
en el desayuno, cremoso y espumoso de una dimensión única mucho mejor
que de cualquier maquina de capuccino de la famosa calle varsoviense Nowy
Swiat.
Acompañando a nuestros anfitriones en las actividades diarias sin duda contribuyó a que la familia tuviese una mayor apertura. Esa mañana tuvimos la oportunidad de realizar las labores matutinas del campo cubano y compartiendo con la familia guajira. Pasamos un par de horas hablando con nuestro anfitrión y su hermano, admirando el triciclo que se diseñó y construyó, vehículo que se destaca como esencial en el funcionamiento de la granja, con el propósito de transportar la leche y la carne.
Acompañando a nuestros anfitriones en las actividades diarias sin duda contribuyó a que la familia tuviese una mayor apertura. Esa mañana tuvimos la oportunidad de realizar las labores matutinas del campo cubano y compartiendo con la familia guajira. Pasamos un par de horas hablando con nuestro anfitrión y su hermano, admirando el triciclo que se diseñó y construyó, vehículo que se destaca como esencial en el funcionamiento de la granja, con el propósito de transportar la leche y la carne.
Fot. 4. Probando el tricico en a Lanza, de invención propia |
En Cuba, según nos cuentas los agricultores, ellos se ven obligados a vender la
carne al estado, aun en el caso de la muerte del ganado. El comercio de carne
de res por parte de sus productores está estrictamente prohibido y penado por
ley desde hace varios años y pueden ser hasta condenados a prisión por su
comercialización. Por esta razón, el mercado negro de carne de res es muy
floreciente, pero es muy reservado a la vez. Claro esta que muchas de estas
medidas en algunos países obedecen a tratar de regular el comercio informal de
carne por asuntos de salud publica. La pregunta es: ¿por que la de cerdo no se
regula? Durante nuestro viaje varias veces pudimos escuchar relatos al
respecto.
Fot. 5. Nosotros en el campo cubano |
Pronto nos despedimos y agradecimos la
hospitalidad de nuestros anfitriones, esperanzados de que sus condiciones
mejoren día a día… Emprendimos el viaje para Jaguey Grande retomando la
autopista para cortar el camino. Este trayecto había sido un verdadero reto
para nuestros cuerpos y nuestras bicicletas. Pero sobrevivimos, solo Mónica
recibió el honor de cambiar su llanta trasera bajo el sol de la ardiente
autopista, afortunadamente único pinchonazo de la totalidad del recorrido, lo
que nosotros consideramos como un gran éxito, ya que en total eran 18 días en
bicicleta, y más de 700 kilometros recorridos por siete personas en catorce
ruedas.
A lo largo de la autopista podíamos ver huertos de cítricos (muchos abandonados) – de limón y naranja que fueron cultivados intensamente en los años 70 y 80. Pero con la crisis de los años 90, todas estas áreas fueron intensamente afectadas.
Fot. 5.Citricos a lo largo de la autopista |
Algunas de las empresas procesadoras de
frutas, así como azúcar (como Australia - que aparecen en el tablón de
anuncios) se cerraron por la escasa demanda o prácticamente nula venta
internacional de los productos. Por lo tanto
la población se vio obligada a emigrar a otras áreas del país y fue
afectada por un alto nivel de desempleo. Hoy en día, la tierra se recupera, en
lugar de los árboles de cítricos se plantan a menudo mango y guayaba, y poco a
poco los nuevos socios comerciales de Cuba comparan los productos que se producen
o como en el caso de Brasil reactivan las
centrales azucareras.
Fot. A la antigua central azucarera "Australia" nos quedaba en aquel momento solo 33 km. |
En el lado opuesto de la carretera por la cual nos dirigíamos hacia Jaguey Grande se extendía a nuestra vista el mayor humedal del área del Caribe, actualmente declarado Reserva de la Biosfera conocido como Ciénaga de Zapata.
Fot. 7, La frontera de Cienaga de Zapata |
Durante los últimos kilómetros antes de llegar a Jagüey Grande hemos tenido que viajar a un ritmo mucho más rápido y bajo mucha presión, ya que a nuestras espaldas poco a poco se acercaba una tormenta eléctrica, cargada de lluvia casi huracanada, solo como se pueden apreciar en el Caribe. La providencia velaba por nosotros de nuevo, porque el agua del cielo azul oscuro tardo en derramar su gran potencial de agua exactamente 2 segundos después de que los últimos miembros de nuestras columnas llegaran a guarecerse bajo el techo de la gasolinera encontrada al borde de la carretera exactamente en la entrada de Jagüey Grande.
Teníamos la esperanza de encontrar entre más 100 mil habitantes y después de más de 20 años de no tener ningún contacto, al gran amigo de Kasia - tío Pedro. Para todos era casi imposible creer lo que rápidamente sucedió. Después de una hora, allí mismo en la gasolinera lo contactamos. Llegó y nos recogió, montó algunas de nuestras maletas en su viejo Lada y nos llevó a su casa. Nos dio refugio durante toda la noche. Dormimos y comimos como reyes, y su casa obviamente se transformó rápidamente en nuestro refugio.
El encuentro con Pedro fue muy importante para todo el grupo, ya que durante varias horas pudimos conversar con un fiel creyente en los ideales de la revolución que además era un ejemplo de servicio a su patria, a la revolución, a Fidel, y a la familia. Realmente el hombre que descubrimos en Pedro y que se presentaba delante de nosotros, era una manifestación real y fehaciente de la existencia de mucha gente como él - que viven, creen y sostienen que la revolución cubana no fue en vano, si no, que aún continúa construyendo una realidad y un ser diferente con unos valores del mundo diferentes.